cmc

miércoles, 1 de mayo de 2019

Lo dionisíaco y lo apolíneo en Nietzsche. Citas del "Nietzsche" de R. Safranski, Ed Planeta.

La reinvidicación de Nietzsche de los dionisíaco busca una reconciliación del ser humano con la vida y una recuperación de la espontaneidad y la pasión. Lo apolíneo que ciertamente en necesario para encauzar la fuerza las pulsiones , ha establecido , sin embargo, en el ser humano  una serie de divisiones, compartimentos y barreras de contención que han rompen  la unidad vital y operan como inhibidores de esa vitalidad. Así la vida declina, desconectada de aquello que da color y sabor.

  Lo dionisíaco es un fondo (que más tarde Freud y Jung identificarán como lo inconsciente  ) caótico e innombrable del que procede la energía   vital. Es algo así como una magma latente pero en ebullición.

"Nietzsche usa la palabra «dionisiaco» para designar la realidad absoluta en un sentido que no siempre obedece a un uso rigurosamente terminológico. También designa como dionisiaco el poder bárbaro, previo a la civilización, y los excesos sexuales (1, 31), así como los impulsos por debajo de la civilización. Cuando Nietzsche usa el concepto de lo dionisiaco en el sentido de lo que está antes y por debajo de la civilización, entonces este uso histórico-cultural o antropológico del concepto permanece referido, no obstante, al núcleo de su significación, que es de tipo ontológico o metafísico. Lo dionisiaco significa lo «uno originario» (1, 38), el ser envolvente, que en definitiva no es comprensible. El concepto de lo dionisiaco implica una decisión teórica, que por su parte se remonta a una experiencia fundamental. Ya para el joven Nietzsche el ser es algo movido, amenazador y seductor a la vez. Lo vive en el relámpago, la tormenta y el granizo, y muy pronto aparece en sus esbozos el niño del mundo de Heráclito, que lúdicamente construye y destruye mundos. Hay que haber experimentado el mundo como lo monstruoso, como un ser donde la vida que ha despertado a la conciencia no se encuentra segura. El ser se muestra dionisiacamente cuando lo familiar se hace inhóspito."



Nietzsche lleva hasta este concepto a través del pensamiento de Schopenhauer que descubre siendo joven:

"El año 1865 descubría en un anticuario de Leipzig los dos tomos de El mundo como voluntad y representación; los compró, los leyó inmediatamente y, tal como cuenta en su autobiografía, durante cierto tiempo anduvo a tientas envuelto en una especie de embriaguez. Leyó allí que el mundo labrado por la razón, el sentido histórico y la moral no es el mundo genuino. Por detrás o por debajo ruge la vida real: la voluntad. En las cartas y esbozos de los años de Leipzig, entre 1866 y la primavera de 1868, se manifiesta una actitud de conmoción, casi podría hablarse de una conversión. Ve inmediatamente con toda claridad que la esencia del mundo, su sustancia, no es algo racional, lógico, sino un impulso oscuro, vital. Y lo más importante era que la idea de Schopenhauer relativa a la redención por el arte lo confirmaba en su pasión por la música".

La conciencia, expresión de lo apolíneo , separa, limita, contiene. El racionalismo encarcela lo dionisíaco. 

"Nietzsche critica la alta estima de la conciencia, considera fatal el despliegue de aquel pensamiento socrático según el cual «todo ha de ser consciente para ser bueno» (1, 540). Ante todo, con ello quedó destrozada la tragedia, y luego se limitó y reprimió de manera general el inconsciente creador. Sócrates rompe el poder de la música y pone en su lugar la dialéctica. Sócrates constituye una fatalidad, pues con él comienza un racionalismo que ya nada quiere saber de la profundidad del ser. Sócrates es el comienzo de un saber sin sabiduría. Concretamente en la tragedia, el pathos del destino fue desplazado por el cálculo, las intrigas y las previsiones. La representación de poderes de la vida fue sustituida por la escenificación de intrigas pensadas con refinamiento."

En el arte (sobre todo en las artes dionisíacas: musica, danza) lo dionisíaco se libera de los límite y  logra un cauce de expresión

"Pero en las artes dionisiacas desaparece el límite. El arrebatado por la música, la danza y otros productos artísticos de encantamiento pierde la distancia. En la embriaguez se pierde la conciencia de la misma. El visionario dionisiaco no se ve desde fuera; por el contrario, el entusiasmado en forma apolínea permanece reflexivo. Disfruta su entusiasmo sin hundirse enteramente en él. Lo apolíneo se dirige al individuo, lo dionisiaco produce la supresión de los límites."

"Seduce en lo dionisiaco una triple eliminación del límite, una triple superación del «principio de individuación» (1, 554). El hombre supera los propios límites para pasar a la naturaleza, se siente uno con ella. En lo orgiástico, en el amor y en la embriaguez de la masa también se deshace el límite con el otro hombre. Y el tercer límite es destruido en el interior del individuo. La conciencia se abre a lo inconsciente. Un yo que se aferra angustiado a su identidad tiene que experimentar como amenazadora esta triple destrucción del límite. Frente a esto, la disposición al placer del ocaso sería dionisiaca."

Lo dionisíaco subyace a la cultura

"Según la concepción de Nietzsche, lo dionisiaco es el tremendo proceso mismo de la vida, y las culturas no son sino los frágiles y periclitantes intentos de crear una zona en la que se pueda vivir. Las culturas subliman las energías dionisiacas; las instituciones culturales, los rituales, las interpretaciones del sentido, etcétera, son representaciones y sustituciones que se alimentan de la propia sustancia de la vida y, sin embargo, la mantienen a distancia. Lo dionisiaco precede a la civilización y está bajo ella, es la dimensión amenazadora y a la vez seductora de lo monstruoso".

  La lucha es una manifestación de los dionisíaco, por lo tanto la guerra y en algunas culturas (como los griego o la nuestra) el deporte canalizan lo dionisíaco:

"Advertido por Jakob Burckhardt de este fundamental rasgo agonal de la cultura griega, Nietzsche incluye el concepto de la transformación de la guerra en certamen dentro de su esquema de transfiguración de las energías dionisíacas en una forma apolínea donde pueda vivirse. Pero existe el peligro de que en las formas apolíneas se apague la energía dionisíaca, por lo cual, según Nietzsche, es necesario para la conservación de la vida de la cultura que periódicamente salga a la luz su fértil subsuelo y, como la lava de un volcán, renueve la tierra para una mayor fertilidad en la medida de lo posible. Así entiende Nietzsche el poder culturalmente creador del «genio militar»"

 

"La sabiduría dionisíaca es la fuerza de soportar la realidad dionisíaca. Hay que soportar dos cosas: un placer nunca conocido y un hastío. La disolución dionisíaca de la conciencia individual es un placer, pues con ello desaparecen «las barreras y los límites del ser» (1, 56). Pero cuando ha pasado este estado, cuando la conciencia cotidiana se adueña de nuevo del pensamiento y de la vivencia, entonces un hastío se apodera del dionisíaco desencantado. Este hastío puede crecer hasta el horror: «Con la conciencia de la verdad contemplada una vez, ahora el hombre ve por doquier solamente lo horroroso o lo absurdo del ser» (1, 57). ¿Qué sucede aquí? ¿Dónde se muestra lo horroroso? ¿Lo horroroso es la contemplada verdad de lo dionisíaco, o bien la realidad cotidiana, que adquiere un aspecto pavoroso, una vez que alguien ha experimentado las delicias de la inmensidad sin fronteras de lo dionisíaco? Nietzsche se refiere al doble horror: desde la conciencia cotidiana lo dionisíaco es horroroso y, a la inversa, la realidad cotidiana es horrorosa si la miramos desde lo dionisíaco."




No hay comentarios:

Publicar un comentario